To build a home

"There is a house built out of stone
Wooden floors, walls and window sills
Tables and chairs worn by all of the dust
This is a place where I don't feel alone
This is a place where I feel at home".
(To Build A Home. The cinematic orchestra)

Digamos que mi relación con mi cuerpo ha sido un poco distante. Me lleva a donde quiero, hace más o menos lo que le pido y aún así, nunca nos sentimos muy cercanos. Algunos procesos naturales me resultaban desconocidos y, muchas veces, absolutamente inconvenientes. Por eso a veces era más simple estandarizar ciertos procesos o, mejor aún, hacerlos desaparecer. Si me dolía la cabeza, me tomaba una aspirina, dos, tres, las que fueran necesarias. Empecé a tomar anticonceptivos desde muy joven y era bastante feliz al saber que menstruaba dos días, cada 28 días, sin falta y sin dolor. Imagino que todo habría seguido así, aparentemente perfecto, si hace unos años no me hubieran encontrado un quiste, de tamaño descomunal, en el útero. En ese momento se me ocurrió pensar que tal vez debería poner un poco de atención en eso que, en realidad, era mi casa. Parte del proceso de reconectar con mi cuerpo lo he hecho a través de la práctica de yoga. El yoga y yo tenemos un amor intenso y dramático de telenovela. Lo amo, lo odio, lo dejo, regreso. No es fácil, sobre todo porque nunca tuve talante de deportista consumada. Siempre me definí más como una perezosa de vocación.

Pero en estos meses el yoga me ha enseñado muchas cosas y hace rato quería hacer una lista. Primero, porque me encantan las listas (si, un poco de TOC corre por mis venas) y, además, porque necesito tener una especie de "feedback positivo" en caso de que se me ocurra desfallecer. Así que aquí va:

1) No importa que tan "anudado" te sientas, respirar profundo ayuda.
No es fácil recordar esto cuando intentas estar así:
Sacar la atención del dolor y de lo antinatural que se siente una postura es complicado. Pero es justamente cuando nos sentimos así (literal o metafóricamente hablando), cuando más deberíamos relajarnos y respirar. Ese simple intento puede hacer la diferencia.

2) No importa cuantas ganas tenga de acelerar el proceso, llegar a un lugar toma tiempo y este no suele coincidir con mi ansioso tiempo mental.
Lo confieso: soy un poco intensa. Cuando quiero lograr algo, lo quiero ya. El yoga me pide un ejercicio de paciencia constante. Lograr hacer algo parecido a esto...
...me tomó tres meses (y dudo que me vea tan bien como la chica de la foto), así que he tenido que aprender a respetar los procesos de mi cuerpo y mis limitaciones, para poder trabajar con ellas.

3) Hay que sentir el cuerpo.
Si, ya sé, esto parece una obviedad, pero es más difícil de lo que suena. Se trata de saber en dónde está cada parte, conservar la alineación e incluso saber en dónde poner la mirada. Es rarísimo descubrir que uno anda por el mundo empaquetado en un cuerpo, pero sin la menor consciencia de este. La mano se va para donde quiere, el pie se tuerce, la columna se curva, el cuello se tensiona innecesariamente y yo, ni me doy cuenta. Así, termino con los hombros encaramados en las orejas cuando la fuerza la tengo que hacer en las piernas o frunciendo el entrecejo cuando necesito esfuerzo abdominal. Sentir mi cuerpo es parte de entender quién soy.

4) No tiene que doler para funcionar (pero a veces va a doler).
Los músculos deben estirarse y fortalecerse, eso duele. Pero encontrar los límites de ese dolor, el punto exacto en donde es necesario parar o donde aún puedes ir un milímetro más allá, es indispensable. Forzar de más, lastima. No ir un poco más allá, te impide avanzar.

5) SIEMPRE voy a encontrar una buena excusa para posponer un práctica.
Nunca hay suficiente tiempo. Siempre hay algo más importante. Las responsabilidades son infinitas. Más tarde se podrá. Reconocer mis excusas y aprender a superarlas es parte de la práctica.

6) A veces las posturas dan miedo (y está bien).

O soy un ocho a punto de partirme o estoy por desnucarme. Mi cerebro parece tener la capacidad infinita de enviar mensajes de terror a la menor oportunidad. En esos momentos, como siempre, respirar ayuda. Pero sobre todo, se trata de tenerse paciencia, en lugar de enojarse con uno mismo, para aprender trabajar con los propios límites.

7) Siempre estoy avanzando, incluso cuando retrocedo.
Odio sonar como librito de superación personal, pero lo cierto es que me he dado cuenta que las paradas y los retrocesos son parte del camino y, aunque no lo parezcan, también son formas de avanzar en él. Uno quisiera tener un camino recto y directo al éxito. Pero no existe.
Esto fue lo que aprendí con una postura que me salió muy bien en los primeros intentos y luego, no logré volver a hacer. Me molesta no poder hacer algo que ya había logrado con anterioridad, pero esto me sirvió para entender que mi cuerpo cambia cada día y que incluso lo que parece asentado, puede removerse.

8) No importa cuantas veces te lo digan, un día lo vas a entender.
Desde afuera te van dando un conocimiento: el profesor te dice en donde poner el pie, cómo apoyarte, cómo alinearte. Uno lo piensa, lo intenta y se esfuerza hasta que un día, sucede, encuentras ese saber en tu propio cuerpo. El verdadero aprendizaje surge en el momento en que logras descubrir la naturalidad de una postura, no cuando intentas entrar en un modelo. Cada cuerpo es diferente. Las comparaciones son imposibles. El trabajo es con uno mismo.

9) Es importante tomar nota de los avances.
No sé por qué, pero siempre me resulta más fácil notar todo lo que no puedo hacer y esa es una manera simple de perder el entusiasmo. Hay que reconocer los saltos enormes pero también los pasitos de bebé.  

10) Si aplica para el yoga, aplica para la vida.
Esto es lo que más me gusta de hacer yoga. Las luchas con un codo que se niega a entrar en la forma o con el corazón que está a punto de estallar por el esfuerzo, son ecos de batallas más grandes. Cada uno lucha a su manera, con sus propias armas y por caminos diferentes. Para mí, la práctica de yoga ha sido fundamental en mi cruzada por amigarme con mi cuerpo, entenderlo y sobre todo, respetarlo tal como es.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Más fácil cuadrar una docena de micos* para una foto

Para Michelle