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Mostrando entradas de 2015

Un sueño

Recorro un camino de tierra. Puedo ver al fondo las luces de la ciudad a la que deseo llegar, acelero el paso. Empiezo a escuchar el ruido de la gente, los sonidos me resultan familiares. El viento me trae olores conocidos. Llego a la ciudad. Descubro que no es el lugar al que quería llegar. No tengo ni idea de dónde estoy. Sigo perdida.

El pánico de la vida adulta

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Hace unos días compartí en facebook este gif que me causó mucha gracia: Me reí sin parar y no pude evitar pensar en mi vida durante estos últimos años. Creo que fue el 9 de noviembre, de hace ocho años, cuando aterricé en Buenos Aires. En ese momento, recuerdo tener planeado hasta el último detalle del viaje: iban a ser dos años de maestría, dos años viviendo en Buenos Aires, trabajaría en lo que fuera -no importaba mucho- y luego, regresaría triunfal a Colombia, con mi título bajo el brazo y una linda experiencia que contar a los amigos. Creo que hasta ese viaje mi vida había sido siempre así: yo planeaba y todo salía como quería. Tal vez por eso me costó mucho darme cuenta de lo que empezó a pasar cuando pisé Argentina. Conseguí un trabajo de camarera en un restaurante, pasé las fiestas sola y unos meses después empecé a estudiar. Creo que supe casi al instante que odiaba esa maestría. Pero el plan estaba trazado. Se trataba del Plan A y nunca pensé que necesitara otro. Como di

Black friday

Es como para no creerlo si te lo cuentan. A puño limpio por unas zapatillas deportivas, a los golpes y empujones para llegar primero a una góndola y, la cereza del postre, una mujer arrebatando de las manos de un niño una caja con un electrodoméstico. Todas son imágenes del famoso "black friday" norteamericano, día en que la gente se vuela los dientes y enloquece por llegar primero para aprovechar las súper ofertas que, amablemente, los comercios ponen a su disposición. Estamos todos locos, nos hemos convertido en aves de rapiña y ni siquiera luchamos por comida para sobrevivir. Peleamos por un iphone para estar más conectados, aunque para tenerlo debamos romper algunas conexiones cercanas, algunas narices. Este mundo al revés, nos ha convencido de que sólo seremos felices cuando lo tengamos todo, pero sólo satisfacemos un ansía para descubrir una nueva, más grande. Inicialmente, los videos del "black friday" me causaron gracia. Luego, sentí tristeza pensando que e

¿Qué hago con tanta indignación?

Les juro que odio quejarme y van mis disculpas por adelantado. Pero hoy no da para más. Será porque ganó Macri o por los atentados de París o porque La Nación clama para que se detenga "la venganza" o porque Clarín decidió referirse a la nueva primera dama como una mujer "educada para sonreír", el asunto es que hoy amanecí un poquito más asqueada de lo normal. Por ahí leí en facebook que el mundo es un lugar de mierda lleno de cosas maravillosas. Qué difícil que es ver las maravillas a veces. Tal vez no tiene mucho sentido escribir en este mundo al revés, capaz de vivir en espiral, recibiendo ecos de guerras "santas", pasados trágicos y viejas creencias. ¿Estamos condenados a repetir nuestra historia, como en un juego infinito de espejos? Ganó Macri. Mi hermana me escribe por whatsapp desde Colombia: "ahora se va a gomelizar todo". "Gomelo" en mi país se refiere a la persona "high class", proveniente de cuna de oro (o al me

Mi papá y su primer vuelo en parapente

Ayer, con una maravillosa sonrisa en su cara, mi papá -que este año cumplirá 61 años- me contó cómo había sido su primer vuelo en parapente. Sé que era algo que deseaba hacer desde hace mucho tiempo. Hoy recibo por whatsapp el video y comparto, virtualmente, todo lo que imagino pudo haber sentido ese día: los retorcijones de miedo en el estómago, la sensación de vacío, el mareo cuando se gira tomando una corriente ascendente, el éxtasis cuando finalmente se descubre suspendido en el aire cumpliendo su sueño, la felicidad de saber que saltaste por un precipicio, venciendo todos los miedos que te impone el instinto, para probarte que se puede ir un poco más allá de nuestros propios límites. Somos una especie extraña, capaz de tantas atrocidades, de tanta maldad y, al mismo tiempo, llenos de una fuerza creadora maravillosa. Queremos dominar y por momentos lo hacemos, nos elevamos por encima de las nubes, llegamos a las estrellas, exploramos la profundidad de los mares. Pero también destr

El viaje a Ítaca

Hace un par de semanas una amiga me recomendó un documental titulado "Maidentrip". La película retrataba la odisea (nunca mejor usada esta palabra) de una niña de 14 años holandesa -Laura Dekker- quien decide dar la vuelta al mundo, sola, en una pequeña embarcación. Me senté a verla con una mezcla de sorpresa e incredulidad (¿no parecía acaso irresponsable que a una niña de 14 años le permitieran emprender tal travesía en solitario?), pero todo esto se fue transformando en la más profunda admiración. Admiración por su enorme valentía, por la firmeza de su determinación y por la fuerza que paso a paso fue sumando en su camino. Confieso que envidié a Laura y su maravillosa odisea. Voy notando que la envidia es una de las pasiones favoritas de mi cabeza. Pero le encuentro su lado positivo: la envidia me señala el camino de mi propio deseo. Si bien no es mi intención comprar un barco y circunnavegar el globo, yo también necesitaba tener mi propio viaje, mi pequeña odisea. Y la tu

Como sobreviví lejos del mundanal ruido

Me fui diez días a un retiro de meditación. Sin celular, sin acceso a internet, sin contacto con el mundo exterior y asumiendo un voto de silencio que incluía el cortar cualquier comunicación con quienes me rodeaban y me refiero a cualquiera: miradas, gestos, sonrisas. Lo hice por dos razones: quería aprender una técnica particular de meditación, y así es como la enseñan, y quería tener tiempo para mí, sólo para mí. Quisiera empezar por el final. Antes de contarles algunas de las cosas que viví, les cuento una de las conclusiones a las que llegué tras esos días: todos deberíamos poder tener tiempo para nosotros, sólo para nosotros. No me refiero a que todos deban tomar un curso así y hacer un retiro, pero encontrarse con uno mismo, debería ser un derecho fundamental. Mejor aún, un regalo que nos permitiéramos más seguido. Con toda nuestra energía volcada hacia el exterior, bombardeados por millones de mensajes, charlas, encuentros, vivencias, es fácil perderse de lo que pasa en nuest
"Sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar". Ludwig Wittgenstein.

¿Podemos vivir sin fe?

Lo sé, el título parece el encabezado de una nota escrita para la revista "Atalaya" (¡que espanto!), pero últimamente me lo pregunto un montón. Tanto racionalismo, tanto siglo de las luces, tanta muerte de dios y al final, nos quedamos tan solos y desarmados frente al mundo. Tanto nihilismo ¿no nos habrá dejado sin armas para no perdernos? Tengo una amiga que desconfía totalmente de lo que ella llama "pensamiento mágico-religioso", categoría que viene a englobar la religión, el misticismo y cualquier acto que suene a magia o a explicación poco racional de un asunto. La razón y el sentido común por encima de todo. Y debo decir que no niego la validez de su pensamiento (yo misma soy antireligiosa -producto tal vez de mis "años maravillosos" en un colegio de monjas-).  Sólo que se me hace incompleto. ¿No estamos lo suficientemente solos en este mundo, como para permitirnos el lujo de deshacernos del misterio? Porque, en últimas, de eso se trata, ¿no? De mant

Siete mujeres en mi cabeza.

Estoy leyendo un libro que afirma que tengo siete mujeres viviendo en mi cabeza. Siete. Quisiera decir que me pareció pura psico-palabrería barata, pero las evidencias me demuestran lo contrario. Las he escuchado en mi cabeza desde hace años, tan diversas, tan contradictorias, que la idea de siete mujeres habitando mi cerebro me resultaba ya cercana. Así que leí sobre estas siete inquilinas y ni siquiera pestañeé. Por fin alguien le daba una explicación al barullo mental que suelo soportar ante ciertas situaciones. Me senté y empecé a enumerarlas. Una y dos: me ofrecen un trabajo de oficina, fijo, a término indefinido. Una parte de mi sintió que se acababan todos mis problemas, ¿quién no va a querer un futuro de ingresos asegurados, no? Es la oportunidad de tu vida, me dice. Pero la otra, no lo quiere. Esa vocecita que durante años ha rechazado la monotonía y que elige la incertidumbre del "freelance" a las cadenas de un empleo fijo entre cuatro paredes. Empiezo a dudar. ¿d

¿Cómo convertirse en "la reina del martillo"?

Tras la publicación de varias noticias sobre el caso de una mujer condenada a cadena perpetua por un crimen que no cometió, recibo una llamada de Cristina -protagonista de esta historia- desde la Correccional de Mujeres de Posadas: "no puedo creerlo, dejé de ser la ´reina del martillo´ y volví a ser Cristina Vázquez". El origen de su sobrenombre hace parte de una maraña de informaciones perpetuadas de manera irreflexiva por los medios. Primero una mujer testifica durante la investigación. Esta afirma que una policía vecina suya -de apellido Pérez- que trabajaba en la alcaidía de mujeres, le contó sobre una detenida apodada “la reina del martillo”, quien habría "matado a una vieja". Y ahí empieza todo. La oficial Pérez es llamada a testificar en la investigación. Ella asegura que es otra detenida, de apellido Junes, -y no Cristina- quien recibe el sobrenombre, en relación al asesinato de su propio marido a martillazos. Pero a esta altura, ese testimonio ya no i

(Paréntesis 1) "Cuando muera nada llevará consigo"

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Los cementerios ejercen una cierta fascinación, como la muerte misma, tal vez porque los creamos como formas de persistir al tiempo y al olvido, sin lograrlo. En mi último viaje pude visitar el cementerio judío de Moises Ville, con tumbas que datan de finales del siglo XIX, pertenecientes a los primeros colonos que cruzaron el mar, y luego la pampa en tren, para llegar a Santa Fe. La mayoría de las lápidas tiene una pequeña fotografía en un costado: desde ahí, hombres y mujeres relatan su paso por el mundo, sus tristezas y alegrías perdidas para siempre. La costumbre judía dicta que al visitar una tumba se deja una piedra sobre ella, un pequeñísimo símbolo de nuestra visita. De la misma forma, el cementerio no es más que una gran piedra dejada sobre la faz de la tierra para decir que estuvimos aquí, satisfaciendo nuestra esperanza de eternidad. En la naturaleza siguiendo su camino, en el silencio del lugar, en el cartel de la entrada que sentenciaba "Cuando muera nada llevará c

El pasado de una asesina

Cristina Vázquez nació el 21 de junio de 1982, en Posadas, Misiones. Aurora, su madre, deseaba con ganas un varón, pero la llegada de una nena la alegró igual. Cristina creció feliz e inquieta. Le gustaba trepar a los árboles, jugar con autitos, correr por las calles del barrio El Palomar. Así la recuerda José, su padre. Así la ve aún cuando cierra los ojos por las noches. De esa niñez quedan algunos recuerdos en su casa: en el álbum familiar, la pequeña Cristina llora con un vestidito de flores rojas -frente a su pastel del primer cumpleaños-, asiste con el ceño fruncido al bautizo de su hermanita Alejandra o se para alegre junto a su maestra de escuela. Así son las fotos de la niñez de Cristina, con ese encanto común de los recuerdos familiares. Pasaron cuatro años desde la noche en que la policía entró al restaurante en el que trabajábamos, para llevarse a Cristina presa. Es en el año 2012 cuando me decido por fin a escribir en el buscador de google: "Cristina Vázquez asesin

El caso de mi amiga la asesina

Todo comenzó en noviembre del 2007. Hacía un par de semanas que vivía en Buenos Aires. Había conseguido trabajo en un restaurante. Era la primera vez que salía del país, la primera vez que vivía sola, a 7000 kilómetros de mi casa y la primera vez que trabajaba como camarera. Cristina empezó a trabajar el mismo día que yo y la solidaridad de recién llegadas nos unió. Poco a poco supe algunas cosas sobre ella: era de Posadas -al norte del país-, tenía una hermana menor, había perdido hace poco su DNI, tenía un novio que había dejado atrás -del que todavía tenía su guitarra y del que no quería hablar mucho-. Las primeras eternas horas laborales -llenando aceiteros, prendiendo velitas, doblando servilletas, fajinando copas- las pasábamos hablando. Cristina era mucho más hábil que yo -tanto como camarera como en sus relaciones sociales- por lo que pronto se hizo amiga de las otras camareras y de los chicos de la cocina. Pasamos juntas -trabajando- mis primeras fiestas lejos de casa, tomand

El amor en los tiempos del "no, no acepto".

Mi mejor amigo se casa mañana. Bueno, no. El diría que no, que no es un matrimonio. Es un simple tramite legal. Vas, firmas unos papeles, algo así como un contrato de servicio, y ya está. Fin del asunto. Ya lo dijo varias veces: que no hagamos ningún alboroto, que no es un matrimonio, que es un mero formalismo. Lo dice y lo repite sin parar. Lo entiendo. Yo estoy legalmente casada hace cinco años. Y cuando me iba a casar pensé lo mismo que piensa ahora él: no era un matrimonio, era un trámite cualquiera para acallar los deseos de mi mamá, para sacarme de encima la eterna pregunta: "si ustedes se quieren tanto, ¿por qué no se casan?". Así que fui el día establecido, me senté frente a la notaria y esperé el momento en que tuviera que estampar mi firma en el papel. Nada más. Lo que sucedió en ese momento no estaba en mis planes. Primero vino el discurso: la mujer nos hablaba sobre la familia, la responsabilidad de la pareja y todas esas cosas. Yo empecé a tragar con fuerza, ¿qu

Hoy no estoy, deje su mensaje.

Empiezo con una pequeña confidencia: hoy me levanté con un molesto dolor de ovarios. Uno de esos días en los que ser mujer se siente en cada pequeño movimiento. Hasta hace un par de años solía usar un método anticonceptivo hormonal. El resultado, además de evitar el embarazo, se extendía durante todo el mes, aunque a decir verdad no podía saberlo en ese momento. Lo sé ahora, cuando logro notar lo que antes no existía en mi vida: el ciclo que atraviesa mi cuerpo día a día, los pequeños cambios, las señales de que algo está ocurriendo. Creo que durante años mi cuerpo estuvo dormido, sumergido en un cóctel artificial de hormonas. Desde que las dejé, puedo saber con exactitud que día estoy ovulando, como hoy que mi cuerpo lo ha gritado desde la mañana. Ahora, sin hormonas artificiales de por medio, mi cuerpo tiene línea directa con mi consciencia. Durante mucho tiempo el estado de insensibilidad artificial me pareció magnífico: podía tener mi vida "normal", sin altibajos, s

"No se debe confiar en el amor"

Leo esto: El amor es ciego”. Ese poético, emotivo y delicado dicho es en realidad un eufemismo para abrirnos los ojos al hecho innegable de que el amor es en realidad imbécil. No importa cuánto te hieran y te humillen, o cuántos vicios o defectos tenga tu pareja, si estás verdaderamente sumergido en ese estado hormonal y emocional conocido como “amor”, tendrás la capacidad de crear una realidad alterna en la que todo, absolutamente todo, funciona a la perfección. Una realidad alterna llamada “felicidad” . (http://errr-magazine.com/no-se-debe-confiar-en-el-amor/) ¿Cuándo fue que el amor se convirtió en el enemigo? ¿Cuándo se convirtió en frase prohibida, engendro monstruoso del que huimos espantados? ¿Nos estamos volviendo alérgicos al amor? Soy una romántica sumergida en una relación de años (las fechas no suelen ser mi fuerte, pero nos conocemos hace nueve años y estamos juntos desde entonces). Dije que soy una romántica, pero tengo mis límites. Nunca creí en esas relaciones per

Los límites de la tolerancia.

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El 7 de enero del 2015, el mundo se horrorizó con el atentado perpetrado contra el diario satírico francés Charlie Hebdo . Cuatro días después, dos millones de personas y cuarenta líderes mundiales marcharon en París y enarbolaron las banderas de la libre expresión. Hace unos días nos despertábamos con la noticia del cuerpo de un refugiado sirio de tres años hallado en una playa turca. La fotografía fue objeto de discusiones en salas de redacciones (http://goo.gl/DwTolh) y luego, le dio la vuelta al mundo. Para bien o para mal, la crudeza de la imagen puso en discusión la realidad de los refugiados en esa zona del mundo y, aunque sólo sea por los breves minutos que dura la mirada mediática, fuimos testigos de un sufrimiento inenarrable, que aún continúa. Hoy, nueve meses después del atentado contra sus oficinas, Charlie Hebdo publicó una de sus acostumbradas tapas satíricas (http://goo.gl/FZtzGR), con la noticia del niño sirio como protagonista. ("Bienvenidos migr

Una vieja historia, una tarde en el tren.

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"...que el tesoro verdadero no es el todo, sino la fracción más ínfima del todo,  que lo que pudimos averiguar del secreto es una mínima porción del secreto,  que quizá el secreto no está para ser descifrado sino apenas para ser advertido" (William Ospina) Me cuentas una historia. Algo que pasó hace muchos años. Un secreto. Y te miro con los mismos ojos de siempre, pero la mirada es otra. Me pregunto ¿cuándo se termina de conocer al otro? ¿Es eso posible siquiera? Me convenzo cada día que del otro sólo tenemos atisbos, certezas que no son más que una ilusión, una mentira. Creemos que conocemos al otro para tranquilidad de nuestra alma, pero el otro es ese misterio insondable que se desplega frente a nuestros ojos cada día. Incluso si nos negamos a ver esos matices, esos brillos, esas profundos y oscuros resquicios. Somos versiones de nosotros mismos, sedimentadas con el paso del tiempo.  Pienso en las fotos que tomé hace años mientras viaja en tren hacia al ata

El día que prohibieron los números.

En el año 1299, la ciudad de Florencia, en Italia, prohibió el uso de los números indoarábigos. Es decir, en ese momento se estaba prohibiendo el uso de los números que todos conocemos hoy en día. Estos habían sido introducidos desde el mundo árabe, por un italiano conocido como Fibonacci, famoso por otro descubrimiento matemático: la llamada serie de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1597 y así hasta el infinito) que, al parecer, viene a ser la forma favorita de la naturaleza, pues la podemos encontrar en los pétalos de una flor, en la corteza de una piña... Pero volviendo a la historia de los números, hasta ese momento en Occidente se usaban los romanos y el conocimiento de estos estaba bastante restringido. Así que la introducción de Fibonacci de unos números creados por extranjeros, que hacían más simples algunos cálculos, causó suspicacia entre quienes usaban con soltura los viejos. Se habló de fraude, de pérdida de respeto y hasta imagin

Malas palabras

A mi mamá nunca le gustó que usara malas palabras. No era correcto que de la boca de una niña de un hogar de bien, de una periodista hecha y derecha, de una dama, saltaran sapos. Así que hice lo que cualquiera haría en estos casos: me mordía la lengua cada vez que estaba en mi casa, porque -en otros lugares- no lograba evitar que los sapos escaparan de mi boca. Recibí una educación ejemplar y esmerada en casa, que hoy agradezco, pero hay cosas que simplemente son de uno. En mi caso, esa verborragia obscena que por momentos me ataca. ¿A quién no se le escapa un buen madrazo, uno de esos catárticos, de vez en cuando? Pero este texto no es sobre esas malas palabras. Sino sobre un palabra que no era mala (o al menos nunca pensé que lo fuera) pero que se ha transformado hasta volverse casi un insulto. "¿Es usted feminista?"- pregunta un periodista a una actriz de Hollywood. Y la mujer entrevistada se revuelve en la silla, incómoda, mira seria y asegura que no, que ella no odia

Una imagen vale más que mil palabras... o no.

Hace poco un fotógrafo que conozco publicó en su muro de facebook una fotografía de un grafiti pro abortista. Como respuesta uno de sus contactos posteaba un par de frases y una imagen terrible: un bebé ensangrentado sobre una toalla azul. Y punto. Ese era su argumento. Como la imagen ésta había aparecido en mi muro, me sentí interpelada. Me pregunté si una imagen puede ser un argumento y supongo que sí... aunque creo que no siempre. Ayer escribí sobre la película que retrata a Joao Salgado, un fotógrafo brasilero. Recuerdo que cuando salí le comenté a mi marido una sensación que tenía: esas imágenes, evidentemente bidimensionales, parecían contener miles de kilómetros de profundidad avasallante. Era como si un aspecto del mundo se hubiera condensado en ese simple instante. Y creo que esto es así por varias razones. Primero, porque esas fotografías contaban una historia. El tiempo estaba detenido, pero ese mínimo momento era la huella de lo sucedido, un testimonio del presente y la pr

Es cierto, somos la sal de la tierra.

Hoy fui a ver "La sal de la tierra", un documental de Wim Wenders que retrata al fotógrafo brasilero Joao Salgado. Voy a empezar diciendo algo, fuerte y claro: vayan a verla. En serio, no se la pierdan. Salí de la sala sin palabras y, si me conocen, sabrán que eso ya es bastante complicado. Cuando logré hilar algún pensamiento, sólo pude recordar a un joven amigo cineasta que hace unos meses, en medio de una crisis existencial, se preguntaba (y me preguntaba) por el sentido que tiene hacer cine. En ese momento no supe qué responder. La pregunta me descolocó totalmente. Porque en unos casos es fácil entender para qué se hace algo: se construyen casas para resguardarnos, se cultiva para obtener alimento, se hacen puentes para viajar (aunque en todos los casos, estas no son las únicas respuestas). Pero, para qué se escriben poemas o se pintan cuadros o se hace cine. Siempre he amado el arte y algo en el fondo me decía que era importante, una intuición, el atisbo de algo trasc

Vergüenzas

Recuerdo de mi niñez. Cumplía un año. Me había comprado un hermoso vestido blanco y rojo y una torta. Me sentaron frente a esta. Mi papá me dijo "sonría, mamita" y quiso tomarme una foto. Lo miré y me largué a llorar. No puedo recordarlo, pero algo me dice que lloré de vergüenza. Supongo que siempre odié sentir vergüenza y ¿quién no? Otro recuerdo. Creo que tenía once años. Estaba en quinto de primaria. Nos habíamos cambiado de casa, de ciudad, de colegio. Supongo que había sido un poco traumático, aunque no lo recuerdo muy bien. Yo era un ángel de dios, lo juro, hasta ese día. Había una competencia en el salón. La profesora de matemática -doña Ceci- decía algo como así: dos más dos por cuatro menos tres más veinte dividido tres. El primero que daba la respuesta, ganaba. Y a mi me gustaba ganar. Y era buena. Así que ganaba siempre. Ese día era la final. Quedábamos sólo dos, un niño y yo. Cuatro más cuatro por dos más cuatro menos cinco dividido entre tres. Él lo dijo primer

El síndrome de la página en blanco

Listo. Ya apareció. El síndrome de la página en blanco. No tengo ni la menor idea sobre qué escribir. No sé si exista una sensación peor que la de sentarse frente a la pantalla, con el cursor titilando sin parar y las palabras que no llegan a los dedos. El inicio del fin. -No es que esté buscando tema para una novela, sólo pretendo poner una entrada más en el blog. Una más, por favor-. Le ruego a mi cerebro. No hay respuesta. Y empieza el miedo. El miedo no suele ser un compañero apreciado, pero es leal como él solo. Toma diversas formas: en mi caso suele ser una pequeñísima voz alojada en un sótano de mi cerebro. Maneja unos tiempos infalibles. Cuando me siento a salvo, empieza a murmurar, a veces -lo juro- logro distinguir esa voz entre el ruido de mi cabeza. He intentado todo. Amenazas, encuentros amistosos, charlas dialécticas. No se va. Supongo que no se irá nunca de ahí. Inquilino indeseado. Me pregunto ¿cuándo empezó a crecer? Nunca me he considerado demasiado valiente. Uno de

El imperio de nuestro cerebro: un poco de neurociencia.

Hace poco leía una entrevista a un neurocientífico norteamericano llamado Michael Gazzaniga. A través de experimentos, este hombre había descubierto dos cosas (y díganme ustedes si no les parecen reveladoras): por un lado, la idea de que nuestro cerebro funciona en automático, tomando decisiones a la velocidad del rayo, antes incluso de que nuestra consciencia pueda acceder a ellas. Y, por otra parte, el descubrimiento de que, escondido en una partecita de nuestras cabezas, tenemos una especie de narrador: una voz en off, encargada de dar sentido a todo lo que nuestro cerebro decide.  Así que, según Gazzaniga, el orden en nuestras vidas sería al revés de cómo hemos creído siempre: no sopesamos todo en la consciencia y tomamos la mejor decisión posible, sino que nuestro cerebro hace un cálculo rápido, elige y después nos cuenta que eso que eligió es lo correcto, por esta y aquella razón tan convincentes. Esta descripción me pareció terrible y absolutamente trágica. Un gran golpe a nue