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Mostrando entradas de julio, 2016

Mujeres al borde de un ataque de hormonas.

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"Conócete a ti mismo" (Templo de Apolo en Delfos) No sé cómo empezar este texto. Cualquier inicio me parece un poco extraño: "hace un tiempo llevé un diario menstrual", "les voy a hablar de la menstruación", "¿conocemos los ciclos menstruales?"... No, temo que empiecen a leer y salgan corriendo. Hablar de la menstruación no es simple. Hay tanto tabú por ahí suelto, tanto " hippismo pachamámico " y yo sólo quiero hablar de algo natural, cotidiano y, extrañamente, desconocido.  Bueno. Empecemos por aquí: ¿por qué debería leer algo sobre la menstruación? Pues, si eres mujer, porque te pasa cada mes y es probable que, aún así, ni la conozcas (a mi me pasaba). Si eres hombre, porque esto bien podría ser el bosquejo de un manual para entendernos.  A mi, esta información me ha resultado valiosa para entender mis cambios, los ires y venires de mi propio cuerpo, y espero que sea útil a otras (y también a otros, obvio).  A medi

Tomarnos en serio.

Que difícil es aceptar el tamaño de lo que sentimos con absoluta sinceridad. Hoy recibí la visita de un amigo. Sé que había tenido una pequeña crisis existencial-amorosa hace unos días. Lo escucho con atención cuando dice al pasar "es una bobada". ¿En serio? ¿Lo es? ¿Es una bobada lo que sentimos, lo que nos conmueve, lo que nos entristece, lo que nos enoja? Ojalá pudiéramos vernos siempre con sinceridad, ojalá dejáramos de decirnos que lo que sentimos es una bobada. Ojalá pudiéramos decirnos que nos duele el alma, el corazón y el cuerpo (¿sabían que los circuitos neuronales por los que viaja el dolor emocional son los mismos por los que viaja el dolor físico? Así que cuando te rompen el corazón y te duele, en serio te duele como si te patearan. No es metafórico el asunto). Minimizar lo que sentimos, ignorarlo, dejarlo allá en un rinconcito del alma, es dar pie a que un día ese dolor agazapado nos salte al cuello, ¡zas! y nos acabe. Obvio, parece más fácil decir que no, nom

No ser una amiga de viernes en la noche.

"Each of us, each of you, is in certain respects like all other people, like some other people and like no other person" (Brian Little) Me gusta la soledad, funciono terriblemente mal en ambientes ruidosos y llenos de desconocidos (evito, por ejemplo, las fiestas enormes en donde mi sociabilidad termina por limitarse al gato de la casa) y disfruto los espacios con poco estímulo externo (la naturaleza, mi casa -sin música, sin televisor, con un buen libro-). El otro día pensaba que no soy una amiga de viernes en la noche, sino más bien la compañía de un miércoles o un jueves en la tarde.  Siempre fui introvertida, pero no siempre me gustó serlo. En algún momento de mi vida, entre la infancia y la adolescencia, algunos hechos me indicaron que la gente feliz era más sociable, más abierta, más divertida de lo que yo solía ser. Recuerdo el asombro y la envidia que me generaba ver a mis compañeras de colegio durante la secundaria: los cumpleaños, por ejemplo, eran un
Mis disculpas sinceras a los lectores de esto blog ("hola Mami") que se han sentido, con razón, abandonados. Hace unas semanas que no escribo. Y sé que me gusta hacerlo. Pero escribir en el blog es también ponerme en ese incómodo lugar en el que otros pueden ver lo que escribo, leerlo, juzgarlo. Y odio eso, odio pensarlo siquiera. A veces ese miedo me gana, me toma por semanas y no me suelta. Esta mañana le dí con un palo en la cabeza y aquí estoy: sentada escribiendo a las apuradas, antes que el miedo vuelva a despertarse y nos enfrasquemos en una de nuestras épica peleas de siempre. Prometo volver.