Loca, caótica y desordenada.

Soy un desastre. Todavía no logro hacer yoga todos los días y a veces me da mucha pereza levantarme temprano a meditar. Todavía salgo con mis amigos diciéndome que sólo me voy a tomar una cervecita y termino con tres encima. Todavía no logro desacelerar mi cabeza. Todavía no logro escribir dos posteos semanales en el blog. Todavía no sé muy bien como lidiar con mis miedos. Y todavía no logro vivir en el presente. El otro día caminaba hacia mi trabajo. Iba a tener una reunión importante y mientras caminaba, repasaba mentalmente lo que iba a decir y lo que me podrían contestar. De pronto miré a mi alrededor, había caminado tres cuadras sin notarlo. Ni siquiera recordaba haber cruzado las calles. Me dije: "Magda, tenés que estar en el presente. Inhalo, exhalo, estoy en el presente... debería escribir en el blog sobre esto". Dos segundos después estaba escribiendo mentalmente este posteo. Caminé hasta mi trabajo mientras en mi cabeza ya estaba sentada frente al computador. Así que sí, soy un desastre intentando vivir en el presente. Lo bueno de todo esto es que de tanto mirarme, me ha empezado a dar risa ese acelere constante, esa imposibilidad de terminar con viejos vicios, esa manera que tengo de sucumbir ante mis propios demonios. Sí, me gustaría ser mejor persona de lo que soy, me gustaría levantarme todas las mañanas, hacer yoga, meditar una hora, comer sano, dejar el alcohol, acelerarme menos. Pero me ha tocado empezar a querer a esta mujer un tanto desastrosa que hace yoga cuando logra levantarse temprano, que medita cuando ya es una urgencia, que sucumbe ante esa cervecita fria cuando la rodean las risas de los amigos. -¿Vos me querés así, loca, caótica y desordenada?- le pregunto al Negro. Pero en realidad podría preguntarme a mi misma lo mismo: -¿Vos me querés así, loca, caótica y desordenada?-. Creo que al final, me quiero por loca, caótica y desordenada.

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