Cielo rojo y estallado

"Cielo rojo y estallado el 8 de abril del 2018... 
nacimiento del Dragón Amaru de las estrellas.
Ésta imagen la guardé para ti". 
(Este mensaje acompañaba la foto que me envió mi pareja por whatsapp, unos días después del nacimiento de Amaru)

Bebé camuflado en fular.
Fotos por: Walter Quintero

Mi pequeño dragón andino cumplió un mes el martes pasado. He estado pensando desde entonces qué escribir, cómo condensar el tsunami de experiencias, emociones, problemas, aprendizajes, logros y batallas que me envolvió desde la noche del sábado 7 de abril y en cuyas aguas aún sigo nadando. Es imposible describir tanto y tengo poco tiempo. Amaru duerme en la habitación y en cualquier momento puede despertar. Elijo un sueño y una palabra. 

El sueño: estoy sumergida en un río. Solo mi cabeza y mis brazos sobresalen del agua. En mis manos viaja bebé Amaru e intento mantenerlo a flote por encima de mi cabeza. No es fácil sostenerlo en equilibrio pero no estoy asustada. La corriente pone a mi alcance una tinaja metálica que me da apoyo y en ese momento puedo levantar un poco más la cabeza y veo la totalidad del río que me rodea. Amaru y yo flotamos en una dirección, pero a mi lado fluye otra corriente del mismo río en sentido contrario. Ningún río en el mundo real puede fluir en dos direcciones al mismo tiempo. Pero en mi cabeza, el río de la vida puede hacerlo. Porque es así como estamos: arrastrados por esta extraña corriente que va y viene, con remolinos que chocan y se entremezclan en emociones confusas. Los dos somos nuevos: él en el mundo, yo en la maternidad. De mis años he aprendido que no puedo solucionarlo todo, que a pesar de las buenas intenciones, no siempre las cosas salen cómo uno quisiera. Así que a veces, cuando lo escucho llorar sin saber por qué y sin lograr calmar esa angustia, me recuerdo a mi misma que solo me queda acompañarlo. Y así, vamos recorriendo juntos este río turbulento y caótico. Él aprende a ser él y yo aprendo a acompañarlo en ese camino. Supongo que eso es ser madre. 

La palabra que resuena en mi cabeza es "expresión". Resulta que Amaru no ha querido prenderse a la teta, así que aprendí a "ordeñarme" para poderle dar leche materna. Saltando de un tutorial de youtube a otro, descubrí que en inglés la acción de exprimirse la teta para sacar la leche se llama "hand expression". Y de ahí llegué al español: no tenía ni idea que en nuestro idioma "expresión" es la acción de exprimir. El juego de palabras me resultó hermoso: el "zumo" obtenido por expresión de la teta es la leche que alimenta a mi hijo. Y que mejor forma de expresión de amor que alimentar a alguien.    

Ha pasado un mes: solo un mes, un mes ya, todo un mes. 









Comentarios

  1. Ya extrañaba tus relatos mi Cris. Pero sé del poco tiempo que nos queda cuando nos convertimos en madres. Un abrazo para los dos.

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