Crianza

Mi bebé duerme. Hace un rato me clavó sus nuevos dientes de leche en el hombro. Me dolió, le grité y se puso a llorar. Lo abracé.

Intento nunca preguntarme si soy buena o mala madre, si hago bien o hago mal cuando tomo alguna decisión, o cuando la decisión me toma a mí, más bien por sorpresa, ante lo imprevisible de los hechos. Pero si suelo pensar en lo que me gustaría o no enseñarle a mi hijo, más allá de lo que luego va saliendo, un poco a los traspiés, en mi recién estrenado rol como madre. Y no es que lo piense porque me obsesione "criar bien" a mi hijo o porque sienta que es una "gran responsabilidad" (que efectivamente lo es, pero no me gusta ese acercamiento a la cuestión). Más bien me gusta pensar en la crianza como en la posibilidad de regalarle algo a mi hijo. Así que me siento a pensar en cómo criarlo, como quien se sienta a pensar en el regalo que le quiere dar a un ser muy querido. Uno no puede regalar cualquier cosa, uno regala con esmero (al menos si se quiere en serio al otro). Pero también, uno regala lo que puede, lo que sus recursos le permiten. Y cuando pienso que criar es dar un regalo, también pienso que los regalos se entregan para que el otro los use como mejor le parezca o como mejor pueda. Me molesta esa visión de la crianza como un "escribir en una hoja en blanco". Si me preguntan, mi hijo es más bien un cuaderno y ya venía con algunos dibujitos adentro. 

Pensar la crianza como un regalo es bajarle un poco el tono al peso de la responsabilidad (que se puede convertir en culpa si uno se descuida). Es poder dar con amor y esmero, pero también con realismo y sobre todo, acotando las expectativas (uno no regala un juego de pinturas con la limitación de solo pintar retratos o naturalezas muertas).    

Así que cada vez que puedo, camino por ahí pensando en lo que le quiero regalar a mi hijo. Criar como posibilidad de regalar es más bien un intento, una construcción permanente y a veces difícil, que se desmorona y uno vuelve a armar (con paciencia, porque la paciencia es parte del regalo que le quiero dar a mi hijo). Y es también la curiosidad sostenida de ver qué haces con mi regalo, cómo lo transformas, cómo lo vuelves tuyo de formas que yo jamás podré imaginar. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Más fácil cuadrar una docena de micos* para una foto

Para Michelle