"No tengo amigas, porque las mujeres son demasiado complicadas e histéricas"

Hace unos años solía decir que me era más fácil relacionarme con hombres y que prefería evitar tener amigas porque eran "demasiado complicadas e histéricas". Había tenido amigas en el colegio y en la universidad, pero ya no les hablaba casi nunca. Miraba a otras mujeres con desconfianza. Me tomó mucho tiempo comprender que yo también soy "complicada e histérica", que desconfiaba de mi propia naturaleza femenina. Tener problemas en mi relación con otras mujeres era tener problemas en mi relación interna. Confieso que no fue fácil atravesar mis propios prejuicios. Pero cuando logré hacerlo, descubrí un mundo. Parte de ese terreno inexplorado fue empezar a conocer y aceptar mis transformaciones. Comprobé que sí -como siempre había creído con un gesto de desdén- somos cambiantes, pero no, eso no me hace una loca (ni a mi ni a mis amigas). Más bien resulta que la vara con la que nos mide el mundo -esa en donde prima lo cíclico y repetido, para poder establecer normas y estándares- a nosotras nos viene mal. Pensar siempre igual, cambiar lo menos posible de idea, estar siempre feliz, con la sonrisa perfecta, la ropita bien planchada y el cabello de peluquería, no es lo nuestro. Tenemos nuestros días locos y eso resulta ser una maravilla cuando se trata de entender la locura ajena. Pero claro, tenés a un montón de gente haciendo estadísticas, generando tendencias y nosotras, nuestra "anormalidad", se niega al frío dato estadístico. Un hecho simple me lo indica: hace unos meses estoy usando una aplicación llamada "Clue" en la que voy introduciendo los días en que menstrúo y algunos otros datos. "Clue" se hace el adivino y no le va mal, pero nunca es perfecto. Según las estadísticas de mis ciclos, fluctúo en periodos de entre 23 y 32 días. Así que ni modo.
Yo solía usar inyecciones anticonceptivas hasta hace un par de años y ahí sí que mi ciclo se comportaba como un reloj. Tic-tac-tic-tac. Pero este relojito artificial me había desconectado por completo de mi cuerpo. Han sido años de escucharme y relacionarme de nuevo con mi cuerpo, con el dolor, con la hinchazón, con la extrañeza. Semana tras semana, día a día, me veo cambiar. Cambio por dentro, cambia mi humor, tengo días raros y así, me hago difícil de medir y estandarizar. Por eso resultamos molestas. Por eso me resultaban molestas las otras mujeres y, de paso, yo misma.
Tener amigas me ha ido enseñando la riqueza de miradas distintas a la mía. Todas y cada una son maravillosas a su manera. Todas, como yo, pelean con sus propios demonios, viviendo batallas en donde sienten que ponen en juego toda su existencia. Las he visto, como a mi misma, temblar de miedo y levantarse valientes. Las he sentido tiernas y vulnerables. Cada una de ellas me ha revelado algo de mi propia naturaleza femenina.
Ahora, me resulta increíble haber pasado tanto tiempo sin amigas.

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