El imperio de nuestro cerebro: un poco de neurociencia.

Hace poco leía una entrevista a un neurocientífico norteamericano llamado Michael Gazzaniga. A través de experimentos, este hombre había descubierto dos cosas (y díganme ustedes si no les parecen reveladoras): por un lado, la idea de que nuestro cerebro funciona en automático, tomando decisiones a la velocidad del rayo, antes incluso de que nuestra consciencia pueda acceder a ellas. Y, por otra parte, el descubrimiento de que, escondido en una partecita de nuestras cabezas, tenemos una especie de narrador: una voz en off, encargada de dar sentido a todo lo que nuestro cerebro decide. 
Así que, según Gazzaniga, el orden en nuestras vidas sería al revés de cómo hemos creído siempre: no sopesamos todo en la consciencia y tomamos la mejor decisión posible, sino que nuestro cerebro hace un cálculo rápido, elige y después nos cuenta que eso que eligió es lo correcto, por esta y aquella razón tan convincentes.
Esta descripción me pareció terrible y absolutamente trágica. Un gran golpe a nuestra "consciencia humana", ¿no? Pero Gazzaniga es un hombre inteligente y ha pensado también en las implicaciones éticas de sus propios descubrimientos, así que me tiró dos salvavidas. El primero: tal vez no podamos elegir realmente y tal vez las razones que nos damos son un mero truco de nuestro cerebro para tranquilizarnos pero, si sabemos esto, ¿no podemos acaso cuestionarnos las ideas que tomamos como verdades? ¿No podemos cuestionar a esa voz en off, ese narrador tan seguro de si y contarnos otras verdades, otros relatos que -tal vez- nos hagan más felices? 
El otro salvavidas tiene que ver con la responsabilidad que nos queda sobre nuestros actos y decisiones, pues la idea de andar por ahí, haciendo y desahaciendo, para después echarle la culpa a nuestro cerebro, no resulta nada alentadora en términos sociales. Gazzaniga nos dice que, si bien el cerebro toma nuestras decisiones, la responsabilidad no está ahí adentro de nuestras cabezas, sino que es construida socialmente. Esta idea me encanta, porque mata de raíz esos "debería" incuestionables que tanto escuchamos por ahí (y pienso ahora en todos los "debería" que como mujeres tenemos que escuchar diariamente) y nos plantea la posibilidad de crear en conjunto los límites. 
Me parece un tema apasionante para seguir leyendo y pensando. Sé que este hombre ha publicado ya varios libros al respecto: "Quién está a cargo? Libre albedrío y neurociencia" y "Relatos desde los dos lados del cerebro?". Así que si se los cruzan por ahí, sepan que estaré por siempre agradecida de recibirlos como regalos o que, al menos, si les interesan y los leen, espero una reseña.


 

Comentarios

  1. Una explicación científica a una manifestación bastante usual, especialmente entre menor de edad: "es que tengo una vocecita por dentro que me habla".
    Y una conclusión, algo lógica: por fortuna las decisiones, así vistas serán arriesgadas, pero oportunas. Que delicia de texto.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Más fácil cuadrar una docena de micos* para una foto

Para Michelle