Siempre me dije que quería tener un blog. Pero esa idea -como muchas otras más- se convirtió en una de esas cosas que se aplaza ad infinitum. A eso me acostumbré de un tiempo para acá. A querer algo y luego, al divertido juego de encontrar mil excusas para no hacerlo/tenerlo/concretarlo. Esa fue mi crisis de los treinta (que parece continuar aunque estoy por cumplir treinta y dos): la pérdida del coraje adolescente -ese que te hace creer que puedes hacer cualquier cosa, cualquiera, y salir ileso- y el encuentro con todos los fantasmas que habitaban mi cabeza (y que, al parecer, decidieron comprar un altavoz cuando se terminaban mis veinte). Así que aquí estoy, teniendo por fin el blog tantas veces deseado y por tanto tiempo aplazado. Antes de hacerlo, como hago siempre gracias a mi precavida cabeza, leí todo lo que había que leer sobre el tema: las reglas para hacer un buen blog, cómo elegir un título y no morir en el intento. Y ahora me doy el lujo de no seguir nada de lo leído. Porque lo primero que leí es que para crear un blog hay que tener bien definido de qué nos interesa escribir. Y yo no lo sé. No me interesa saberlo ahora. Ya lo iré averiguando en el camino.
Por el momento, este es un buen comienzo. Una bienvenida. Ahora, hay que juntar el coraje para dar "click" en publicar.

Comentarios

  1. Me encanta leerte. Mil recuerdos llegan a mi cabeza y la sensación de estar escuchándote. Ya era hora del blog.

    ResponderEliminar
  2. Wuaww... señora, veo miles de cosas interesantes en esta tienda, me tiene cerca así que me parece que la visitaré frecuentemente

    ResponderEliminar
  3. Y te podemos sugerir temas o solo con tus "ocurrencias" basta?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah, claro que acepto sugerencias pues mis ocurrencias no son tantas y en esta miscelánea siempre estamos a su servicio.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Más fácil cuadrar una docena de micos* para una foto

Para Michelle