El pasado de una asesina

Cristina Vázquez nació el 21 de junio de 1982, en Posadas, Misiones. Aurora, su madre, deseaba con ganas un varón, pero la llegada de una nena la alegró igual. Cristina creció feliz e inquieta. Le gustaba trepar a los árboles, jugar con autitos, correr por las calles del barrio El Palomar. Así la recuerda José, su padre. Así la ve aún cuando cierra los ojos por las noches.
De esa niñez quedan algunos recuerdos en su casa: en el álbum familiar, la pequeña Cristina llora con un vestidito de flores rojas -frente a su pastel del primer cumpleaños-, asiste con el ceño fruncido al bautizo de su hermanita Alejandra o se para alegre junto a su maestra de escuela. Así son las fotos de la niñez de Cristina, con ese encanto común de los recuerdos familiares.

Pasaron cuatro años desde la noche en que la policía entró al restaurante en el que trabajábamos, para llevarse a Cristina presa. Es en el año 2012 cuando me decido por fin a escribir en el buscador de google: "Cristina Vázquez asesinato Posadas Misiones". Es ahí cuando empieza la historia de la "reina del martillo", como la llamaron los medios -con ese tinte amarillista tan lejano a la mujer que yo había conocido-. El crimen había ocurrido en una noche de invierno del 2001, a algunos metros de la casa de Cristina. La víctima, una anciana jubilada que vivía sola, fue encontrada en la mañana por su empleada doméstica. Había sido golpeada hasta la muerte, abandonada en un charco de sangre. La casa revuelta, con el contenido de los cajones en el piso. En los alrededores, nadie había visto ni escuchado nada.
Cristina -que entonces tenía 19 años- solía pasar por ahí, pues la esquina en la que se encontraba la casa de la víctima es la misma esquina de su casa. Así que cruzaba a veces un saludo con la mujer y seguía su camino. Pero desde esa noche, su destino estaría marcado por el asesinato de esa mujer y su pasado, el de la propia Cristina, jugaría un papel fundamental en esta historia.



Comentarios

  1. una cara de orto tenia en mi bautizmo jajaja

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    1. ¡¡Si!! Es increíble que tuviera esa cara y lo mejor de todo es que todavía se acuerda muy bien de ese momento.

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