Una vieja historia, una tarde en el tren.

"...que el tesoro verdadero no es el todo, sino la fracción más ínfima del todo, 
que lo que pudimos averiguar del secreto es una mínima porción del secreto, 
que quizá el secreto no está para ser descifrado sino apenas para ser advertido"
(William Ospina)

Me cuentas una historia. Algo que pasó hace muchos años. Un secreto. Y te miro con los mismos ojos de siempre, pero la mirada es otra. Me pregunto ¿cuándo se termina de conocer al otro? ¿Es eso posible siquiera? Me convenzo cada día que del otro sólo tenemos atisbos, certezas que no son más que una ilusión, una mentira. Creemos que conocemos al otro para tranquilidad de nuestra alma, pero el otro es ese misterio insondable que se desplega frente a nuestros ojos cada día. Incluso si nos negamos a ver esos matices, esos brillos, esas profundos y oscuros resquicios.
Somos versiones de nosotros mismos, sedimentadas con el paso del tiempo. 
Pienso en las fotos que tomé hace años mientras viaja en tren hacia al atardecer. Pienso en las imágenes que pasaban veloces por la ventana y reconozco que mi vida es como ese viaje. Que a veces nos cruzamos y puedo ver algo tuyo, pero siempre es tan rápido que no llego a desentrañar el misterio. Tal vez, como dice Ospina, el misterio no está para ser descifrado sino apenas para ser advertido.













Comentarios

Entradas populares de este blog

Más fácil cuadrar una docena de micos* para una foto

Para Michelle